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Extracto:*La relación económica con su vecino del norte es crucial para México; pero, el país también tiene sus propios, y graves, problemas
El próximo martes 3 de noviembre tendrán lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, este evento es uno de los más importantes en el mundo por tratarse de la economía más grande del planeta y la elección del hombre que dirigirá sus destinos los próximos 4 años.
Pero, si el evento es importante para el mundo entero, hay un país para el que las elecciones presidenciales estadounidenses son cruciales, incluso en ciertas cosas resultan más importantes que los procesos electorales locales, esa nación es México.
La dependencia de la economía de México con Estados Unidos es total, aunque el país ha realizado esfuerzos en la última década para depender menos, lo cierto es que poco se ha logrado ya que incluso ambas economías están cada vez más integradas gracias a los acuerdos comerciales, el más reciente firmado confirmado apenas en julio pasado.
De la relación económica con Estados Unidos dependen muchas cosas en México, por no decir que casi todo. Desde la migración, las relaciones bilaterales comerciales, el intercambio comercial, hasta las cada vez más importantes remesas de migrantes de origen mexicano hacia el país azteca.
Las remesas son flujos de dinero que mandan los trabajadores mexicanos que laboran en Estados Unidos, a sus trabajadores que radican en México, estas explican la actividad económica en muchas partes del país, sin ellas la situación sería realmente delicada, el año pasado llegaron poco más de 36 mil millones de dólares, algo así como 648 mil millones de pesos, una cifra récord desde que se tiene registro.
De modo que la elección presidencial es para México y su divisa un factor sumamente relevante; la política económica definida en Washington trasciende fronteras, sobre todo hacia el sur del río bravo; la recuperación de la economía estadounidense tendría mucho que ver también en esto, si fueron tiempos normales, la diferencia es que hoy se viven tiempos distintos.
En los análisis elaborados en México se observa con detenimiento el factor electoral en su vecino del norte, los pros y los contras, es decir los puntos a favor y los puntos en contra de cada uno de los candidatos, incluso sin dejar de lado que uno de ellos ya es conocido, ya convivió cuatro años en la relación México-Estados Unidos.
Pero, esos mismos analistas consideran que en los siguientes años Estados Unidos estará muy ocupado tratando de reconstruir su economía en lo interno, lo que podría dejar de lado cualquier estrategia que busque el crecimiento regional, nos referimos a América del Norte, integrada por México, el propio Estados Unidos y Canadá.
Esta tarea, la de reconstruir su economía, podría beneficiar a México, pero el país también tiene sus propios problemas, y sin bastantes fuertes, incluso algunos son graves.
Se necesita que a Estados Unidos le vaya muy bien para que a México le vaya de maravilla; sin embargo esta nación será una de las que mayor desplome del PIB registre en este 2020 que se acerca a su recta final, las previsiones más recientes elaboradas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) hablan de que el PIB de México caerá entre 9 y 10 por ciento este año, con una recuperación de apenas 3.5 por ciento para 2021.
De mantenerse la misma velocidad de recuperación, el país latinoamericano llegará al nivel pre-Covid hacia el año 2024 o quizás en el 2025, es decir cuando haya finalizado la presenta administración federal.
Con tal panorama, el peso mexicano es una divisa que por un lado tendrá “destellos” de fortaleza como el que registra en estos días, pero preponderantemente debe ser una divisa débil, apuntalada sólo por los flujos de inversión que llegan a sus mercados financieros, pero que pueden irse en cualquier momento.
En una proyección de mediano plazo, se espera que el peso mexicano tenga un promedio de 1.5 pesos por dólar hacia finales de 2021, lo que de entrada representaría una depreciación de 2.87 por ciento respecto al promedio del año pasado; dicha depreciación se acercaría mucho al nivel promedio esperado de la inflación mexicana para ese mismo 2021, de 3 por ciento.
Son tantos los problemas para el país que sin afán de ser negativos, lo mejor es mantener la cautela en una divisa que, repetimos, solamente es apuntalada por los flujos financieros provenientes del exterior, una historia que por cierto no es nueva, tiene varias décadas presente.
Gane quien gane el próximo martes en Estados Unidos, no representará un cambio radical para la divisa latinoamericana, su economía seguirá irremediablemente atada a la de su vecino del norte, probablemente seguirán llegando miles de millones de dólares en remesas, se estima que este 2020 la suma pueda alcanzar los 40 mil millones. Pero, los problemas que aquejan a México no se borran de la noche a la mañana. Otros escenarios advierten que el próximo movimiento alcista del dólar contra el peso podría buscar la zona de 27 unidades. La recuperación tardará años, muchos años.
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