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Extracto:El mes pasado, el guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, vendió una colección de sus instrumentos por 21,5 millones de dólares, incluyendo una pieza única: su famosa "Black Strat" Fender, que f
Por Trevor Hunnicutt
NUEVA YORK (Reuters) - El mes pasado, el guitarrista de Pink Floyd, David Gilmour, vendió una colección de sus instrumentos por 21,5 millones de dólares, incluyendo una pieza única: su famosa “Black Strat” Fender, que fue subastada por casi 4 millones de dólares al dueño de la franquicia de fútbol americano Indianapolis Colts.
El cantante de “Money” marcó un récord en la venta de instrumentos musicales y un hito para un mercado en auge, semanas después de que la casa Sotheby's subastara “Almiares” de Claude Monet por 110,7 millones de dólares, el valor más alto negociado para una pintura impresionista.
Y no se trata solo de instrumentos o pinturas de gran demanda entre los multimillonarios.
Las propias casas de subastas ahora parecen ser artículos preciados de lujo: días antes de la subasta de Pink Floyd, el magnate de las telecomunicaciones franco-israelí Patrick Drahi presentó una oferta de 3.700 millones de dólares por Sotheby's.
Bienvenidos a la expansión económica más larga de la historia de Estados Unidos, un periodo caracterizado por un abismo cada vez mayor entre quienes son inconmesurablemente ricos ... y todos los demás.
De hecho, las señales de una nueva época dorada estaban por todas partes el lunes, cuando el ciclo de crecimiento alcanzó la marca histórica de 121 semanas.
Los grandes negocios se multiplican, desde fusiones corporativas a compras de áticos, equipos deportivos, yates y viajes todo incluido hasta el fin del mundo. Y mientras estos acuerdos se van forjando, el mercado laboral tiende a mostrar condiciones cada vez más ajustadas y complejas.
El número de billonarios en Estados Unidos ha crecido más del doble en la última década, de 267 en 2008 a 607 el año pasado, según UBS.
“Los ricos se han vuelto más ricos y a un ritmo más veloz”, dijo John Mathews, jefe de gestión de activos privados globales en UBS. “El impulso o el deseo de consumo acaba de subir de categoría”, explicó.
Pero también hay signos de estancamiento en niveles de bajos ingresos. Los más acaudalados alcanzan un quinto de la población estadounidense y tienen en sus manos un 88% de la riqueza del país, una proporción que se ha estado incrementando desde antes de la crisis, según datos de Reserva Federal al 2016.
Mientras, el número de personas que recibe cupones de alimentos llega a 39 millones, bajo el tope de 2013 pero aun sobre el 40% de 2008, habida cuenta de que que la población solo creció cerca de un 8%.
Hace una década, este tipo de crecimiento no era posible. El sistema financiero estaba arruinado y las personas temían que la crisis desatada por los bancos agrietara irremediablemente el capitalismo.
Las autoridades buscaron estabilizar los mercados y elevar los precios de los activos cuando el sector de la vivienda se hundió, pero no hicieron los mismos esfuerzos para encarar la desigualdad. Ahora, muchas de las señales de megariqueza que precedieron a la crisis financiera están nuevamente presentes.
EFECTOS DE LA RIQUEZA
Hay ejemplos en múltiples ámbitos.
El precio de una cena en el Frech Laundry, el restaurante chic de California, es de unos 325 dólares, un 35% más cara por persona que hace una década, lo que supera la tasa de inflación en casi un 20%.
Una matrícula en la Universidad de Columbia, una de las universidades más prestigiosas de EEUU, tiene un precio ligeramente inferior a los 60.000 dólares al año, un aumento del 50% desde los 39.000 que costaba en el 2008.
El mercado de valores estadounidenses, que incluye el índice S&P 500, se triplicó en la última decada.
El gestor de fondos de cobertura Ken Griffin estableció un récord para la venta de casas en Estados Unidos cuando compró un conjunto de áticos por 238 millones de dólares en el conocido como “Billionaires Row” (“la fila de los milmillonarios”) junto a Central Park, en Nueva York.
Actualmente, los alquileres en Nueva York han aumentado dos veces más rápido que los salarios, según datos de StreetEasy entre 2010 y 2017, sin contar a los residentes de menores ingresos.
De acuerdo con estudios de ATTOM Data Solutions, los precios de las casas en Estados Unidos han alcanzado sus niveles más bajos de asequibilidad desde el 2008. Pero el número de personas sin hogar que duerme en centros de acogida de la ciudad es un 70% más alto que hace una década, según Coalition for the Homeless, un grupo activista.
“Las áreas de escasos recursos no están mejorando, la oportunidad de vivienda para ellos no está mejorando”, dijo Carolyn Valli, presidenta ejecutiva de Central Berkshire Habitat For Humanity, en Pittsfield, Massachusetts, en un reciente evento de política económica.
El desencanto de muchos con lo que describen como una injusticia del sistema económico se ha instalado también en la política estadounidense.
Varios aspirantes demócratas a la presidencia prometen reducir los costes de la atención médica, garantizar puestos de trabajo y elevar los impuestos a los ricos, mientras que las autoridades económicas piensan que la expansión podría frenarse a medida que se disipan los efectos de los recortes de impuestos y las bajas tasas de interés.
“Aún no se siente como un 'boom'”, sostiene Valli.
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